lunes, 9 de abril de 2012

Aprendiendo del Amor. Parte II

Afortunadamente, según crecía cambiaba mi forma de enfocar "esas cosas". Con 12 añitos....

Niña bocazas: ¡Le gustas a mi hermano!
Yo: ¿Qué?
Niña bocazas: ¡Sí! ¡No para de hablar de ti!
Yo: Pero... pero... ¿se lo has contado a alguien?
Niña bocazas: No...
Yo: ¡Pues no se lo digas a nadie! ¡Que nadie se entere! ¡Y yo no sé nada!
Niña bocazas mirándome con cara de terror: ¡Vale! ¡Vale! ¡No diré nada!

Obviamente reaccioné de la única manera posible: dejé de hablar al pobre chaval (excepto alguna bordería inocente que se me escapaba) y pasé a ignorarlo completamente.

Mi vida amorosa avanzaba con paso firme. ¡Nada podía salir mal!

3 comentarios:

Àlex Esteve dijo...

Esa actitud era contraproducente, seguro que después de cada insulto aún te amaba más.

Holden dijo...

¡Así que tú eras de esas!

Seguro que acabaste colgándote de algún fulano varios años mayor que tú.

¿Invitar? ¿Moi (muá)? ¡Si soy pobre laik a rat! En todo caso, ¡El que cumple paga! ¡Todos lo saben! ¡Es la norma!

Goethita dijo...

Alex, ¡claro! ¡Es IMPOSIBLE no amarme!

Holden, ¿de esas? ¿de cuales? ¿chicas-avestruz que esconden la cabeza en la arena? ¿ÉSAS?

Yo es que soy una rebelde en contra de las normas establecidas por esta sociedad estúpida y mediocre, ¡sigues pagando tú!